Ayer domingo primero de julio, en ejercicio de nuestra democracia, los mexicanos votamos para elegir presidente, diputados, senadores y algunos gobernadores y cargos locales; en una elección en la que hasta el momento se calcula una participación del 62.5% de los electores.

Al gusto de lo que marca la mayoría de votantes, y, en este momento, 9 de la mañana con 10 minutos, mientras se juega el partido de futbol de México contra Brasil, el PREP, con un cálculo del 53% de las actas contadas, igualmente el 53% de los votos beneficia al Candidato Andrés Manuel López Obrador.
Igualmente, la colación “juntos haremos historia” tiene mayoría en los escaños del senado y las diputaciones Federales, hasta el momento, con 211 de 300 diputados de elección directa, y 24 de 64 senadores.
Ayer quedaron atrás los señalamientos, noticias falsas, y sobre todo, las promesas vacías e irreales de todos los candidatos, incluido el Presidente Electo, Andrés Manuel López Obrador.
Si atendemos a la tendencia marcada por el PREP, López Obrador tiene la mitad del 60% de electores, lo que en números redondos pone su victoria obtenida con alrededor del 30% de la preferencia electoral. El otro 70% de los electores (quienes se abstuvieron y quienes votaron por otro candidato), no tiene preferencia por este candidato.
Esto significa mucho y no sólo en cuestiones de preferencia o cuestiones meramente electorales. Hay un 40% que definitivamente no tuvo interés en participar, además de un casi 3% de votos nulos (directamente nulos, candidatos no registrados, o por Margarita Zavala), que demuestra que es mayor el desencanto de la política y de los políticos, que el apoyo al candidato, aunque sea el ganador.
El reto del nuevo gobierno es doble: por una parte, demostrar a quienes han pensado que su candidato y su ideología son un peligro, que su gobierno será encaminado al orden y el desarrollo de México, en todos lo sentidos.
Por el otro lado, también tienen el reto de demostrar a todos los mexicanos que los políticos pueden ser personas confiables, sobre todo, ante los severos cuestionamientos por los malos antecedentes públicos de los candidatos a cargos legislativos de Morena y su coalición.
Además, también los mexicanos, los ciudadanos de a pie, tenemos un reto importante: mostrar que estamos abiertos al cambio y podemos actuar con unidad, independientemente de la bandera del Presidente.
Lo que no significa quedarnos callados ante las injusticias o abusos de Poder, y sobre todo, sin guardar silencio ante los actos contrarios a la ley, a la lógica, a la razón y a la sana convivencia entre las naciones.
Hay vientos de cambio en México. Felicitaciones al nuevo Presidente Andrés Manuel López Obrador. El 30% de la población lo eligió, a él y su equipo de gobierno les corresponderá demostrarle al 70% restante que no se equivocaron.