“Si las abejas desaparecieran, el mundo duraría 4 años” -Albert Einstein-
Se de primera mano que muchas personas son alérgicas a las picaduras de abejas, si hablamos de porcentaje esto se traduce de un 15% a un 25% de la población general, esto provoca terror en los familiares al ver a éste productivo y necesario bichito, que sustenta la vida en el planeta.
Muy consciente de que el ataque de más de una abeja puede causar una reacción sistémica que puede ocasionar hasta la muerte, me declaro completa y absoluta defensora de ellas.
La parte neofila, las abejas pertenecen al gran grupo de los Antófilos, dentro del cual existen aproximadamente 20 mil tipos diferentes de abejas, son de la familia Apoidea y por supuesto pertenecen dentro de la clasificación al grupo de los Insectos.
Tal vez esta información no aporte un verdadero sentido a la protección de la existencia de las abejas, pero siempre es bueno conocer a la familia de los implicados.
Hoy en día las abejas se enfrentan a muchas amenazas, en gran medida debido a prácticas de agricultura industrial como el uso masivo de plaguicidas y los monocultivos.
Sus poblaciones están en declive en casi todo el mundo, y algunas especies de abejas y otros insectos polinizadores se encuentran ya incluso al borde de la extinción.
La contaminación del aire reduce la potencia de los mensajes químicos que emiten las flores, y a las abejas y otros insectos les cuesta más localizarlas.
El cambio climático agrava la situación porque altera la floración y cantidad de plantas por las épocas de lluvias, que afecta a la cantidad y calidad del néctar.
Cualquier apicultor se declararía también defensor de las abejitas, pero vámonos por partes, que una cosa es defender mi sustento económico, porque no estamos hablando de estudiosos de las abejas, sino de productores de miel.
En bee-movie explica mejor que cualquier vegano, la necesidad para los seres humanos de la existencia de las abejas, del trato industrializado y su necesidad por el néctar vital para ellas.
Pero también tiene su lado obscuro en el que justifica que, si no consumimos miel, las abejas entonces ¿qué harán?, no crean que van a nadar en sus piscinas doradas.
La verdad es que la miel no contribuye a nuestra dieta necesaria, ¡vamos¡, no morimos si no consumimos miel de abeja, pero ellas si.
Imaginemos que dejan de existir las granjas apicultoras, podemos endulzar nuestro te de manzanilla con una variedad inmensa que nos ofrece el mercado, no podríamos recolectar de forma natural la miel, esto implicaría destruir sus viviendas que son los panales.
El mensaje que intento transmitir, es que dejemos que descansen de la sobreproducción de miel para el consumo humano, ayudemos un poquito con jardines con flores, no usar pesticidas o abonos químicos para que se vea bonito, apoyemos las causas de prohibición de éstos, que de paso nos beneficia para no llevarnos a la panza vegetales contaminados.